EFE
Washington, 4 sep (EFE).- «Las guerras interminables tienen que acabarse». Con esa frase, Donald Trump confirmaba hace un mes que su instinto aislacionista sigue guiando su estrategia en Afganistán, donde EE.UU. se dispone a firmar un acuerdo que podría resultar en una paz «cosmética» y frágil tras dos décadas de conflicto.
El presidente estadounidense planea pronunciarse pronto sobre el borrador de acuerdo alcanzado entre Washington y los talibanes después de más de un año de negociaciones, un texto que prevé la retirada de 5.000 soldados estadounidenses en 135 días.
Varios factores prometen influir en esa decisión:
EL FACTOR ELECTORAL
Durante su campaña en 2016, Trump prometió poner fin a las «guerras locas» de Estados Unidos, y el año pasado opinó que las invasiones estadounidenses de Irak y Afganistán fueron el mayor error de la historia de su país.
Hace dos años, sin embargo, Trump hizo caso a sus generales y ordenó enviar a unos 5.000 soldados más a Afganistán, sin marcar plazos para el fin de la guerra más larga de la historia de EE.UU.
Pero su paciencia parece haber disminuido a medida que se acerca su campaña de reelección. El secretario de Estado de EE.UU., Mike Pompeo, ha reconocido que Trump le encargó reducir la presencia estadounidense en Afganistán antes de los comicios de 2020.
«Esa es la orden que he recibido del presidente de EE.UU.», aseguró Pompeo durante una conferencia en Washington en julio.
Esa instrucción contrasta con el enfoque cauteloso y escalonado que ha adoptado el negociador de Estados Unidos con los talibanes, Zalmay Khalilzad, y es improbable que produzca, en los próximos 14 meses, el tipo de victoria tuiteable que tanto valora Trump.
«No creo que pueda negociarse e implementarse una paz para entonces», dijo a Efe el que fuera enviado especial de EE.UU. para Afganistán entre 2013 y 2014, James Dobbins.
Las prisas de Trump por olvidarse de Afganistán -«queremos salir de allí lo más rápido posible», insistió en una entrevista en julio- han inquietado a analistas de ambos países.
«El verdadero plan estadounidense parece ser negociar una paz cosmética que sirva como excusa para que Estados Unidos se vaya», escribió en agosto Anthony Cordesman, un experto en estrategia militar, en la web del centro de estudios estadounidenses CSIS.