Gracias a la recuperación del partido Demócrata de las mayorías en la Cámara de Representantes.
Por KienyKe
El fantasma de una investigación contra Donald Trump que permita al Congreso destituirlo, ha vuelto a rondar por la Casa Blanca, gracias a la recuperación del partido Demócrata de las mayorías en la Cámara de Representantes, que ya están anunciándolo para el próximo año, sin embargo las cosas no son tan simples como parece ya que el partido republicano logró seguir siendo la fuerza más grande en el Senado y se prevé que hará lo posible por impedirlo
Si bien es cierto la Constitución del país contempla la posibilidad de que al presidente, al vicepresidente y a quien ocupe cualquier cargo público o privado se la abra un ‘impeachment -que en español significa acusación, destitución o juicio político- por casos de “traición, soborno, altos delitos o faltas”, para que sea una realidad se requiere que la Cámara de Representantes apruebe la destitución con mayoría de votos y que el Senado la respalde con dos tercios del pleno.
Lo que, dicen varios expertos en temas constitucionales en Estados Unidos es que al presidente puede retirarlo el congreso definitivamente del cargo, pero en caso de que esto ocurra el juicio sería posterior y lo enfrentaría por fuera de la primera magistratura, ya que mientras ocupe el cargo tiene inmunidad y ningún juez puede procesarlo mientras esté en ejercicio de sus funciones.
El tema del impeachment se ha mencionado desde casi el comienzo del gobierno, en mayo de 2017 Akhil Reed Amar, profesor de Derecho en Yale en una entrevista con el diario The New York Times dijo al respecto “Si vas a anular una elección de todo el país, la institución que lo realice debería tener poder en todo el país”.
La Carta Magna de ese país señala en un aparte del primer artículo: “En los casos de responsabilidades oficiales, el alcance de la sentencia no irá más allá de la destitución del cargo y la inhabilitación para ocupar y disfrutar cualquier empleo honorífico, de confianza o remunerado, de Estados Unidos; pero el individuo condenado quedará sujeto, no obstante, a que se le acuse, enjuicie, juzgue y castigue con arreglo a derecho”.
Para quienes hacen cuentas alegres sobre los congresistas que apoyarían un “impeachment” cabe recordarles que desde la Presidencia de Donald Reagan, todos han tenido que gobernar con la Cámara de Representantes en contra.
Obviamente ninguno tuvo tantas amenazas de destitución como Trump, ni siquiera George W. Bush, quien al terminar su periodo fue calificado en las encuestas como el ‘peor’ presidente de la historia de la Unión.
Los demócratas controlan la Cámara y es previsible que pueden lograr los votos que se requieren, pero la última palabra la tendrán los Republicanos en el Senado y se prevé que será un NO.
Abonando el terreno
Los republicanos, que son mayoría en la Cámara y en el Senado en la actual legislatura tienen dos meses antes de que expire su período, que desde el mismo día en que se conocieron los resultados trabajan para proteger al presidente a través de modificar los mecanismos para el control del poder en el país y para acelerar la aprobación del presupuesto de la nación, que quedó pendiente de votación para después de los comicios, que incluye recursos para construir el muro en la frontera con México.
La carrera es contra reloj para cerrarle el paso a los demócratas que quieren acabar con la presidencia actual y los casi dos meses que les quedan antes de que se posesionen los nuevos congresistas será aprovechado al máximo. Mientras tanto aalgunos repitentes en la Cámara que han anunciado investigaciones contra el presidente se mantienen firmes en que las harán, como es el caso de la representante por California Maxine Waters.
Esta mujer afroamericana es una de las más enconadas críticas del presidente y desde comienzo del gobierno ha puesto en entredicho la salud mental de éste y ha manifestado que no debe estar en el cargo y “merece ser destituido.”
“Ella es una persona de bajo coeficiente de inteligencia. No puedes evitarlo. Realmente lo es”, dijo Trump durante la pasada campaña en un acto de apoyo al candidato republicano a la Cámara Rick Saccone y siempre en tono de burla y agregó “Tenemos que vencer a Nancy Pelosi y a Maxine Waters, una persona con muy poco IQ”.
La representante respondió a estos insultos señalando que además de racistas, “son típicos de un hombre tramposo que trata de desviar la atención por las acusaciones que enfrenta.” Con su nuevo triunfo en las elecciones del 6 de noviembre, la señora Waters ha retomado con más ímpetu sus ataques a la figura del presidente y le manda mensajes a él y al pueblo americano casi a diario a través de su cuenta en Twitter en los que resalta la supuesta relación que tiene con el gobierno de Valdimir Put.
Los temas más espinosos para un ‘impeachment’ son el de reabrir la investigación del Comité de Inteligencia sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016, un vínculo poco claro con el que obtuvo préstamos de la banca alemana que él oculta, obligarlo a que dé a conocer al país sus declaraciones de impuestos y también las acusaciones de ser un acosador sexual y el pago que le hizo a 2 mujeres que lo acusaron, la actriz porno Stormy Daniels y la exmodelo de Playboy Karen McDougal, para comprar su silencio y sobre el que su exabogado Michael Cohen reconoció haberlo hecho, dejándolo muy mal parado.
“En el análisis final, las mentiras, el miedo y el engaño nunca pueden ganar. El pueblo estadounidense rechazará el vergonzoso liderazgo de Trump. La verdad prevalecerá y el pueblo estadounidense ganará”, trinó la señora Waters el mismo día de las elecciones.
La respuesta de Donald Trump a estas y otras amenazas se la dió a la Cadena FOX en una entrevista exclusiva en la que dijo: “si soy destituido, los mercados (financieros) se hundirían. Creo que todo el mundo sería más pobre”.
Nancy Pelosi la líder demócrata en la Cámara, aun cuando se espera que apoye las investigaciones, dijo después de la jornada electoral que se concentrará más en cumplir su agenda legislativa, a lo que el señor Trump le ofreció el día de la rueda de prensa en la evaluación de los resultados de las elecciones, que la apoyaría con votos de su partido para que vuelva a ser presidente de la corporación. Con ella tendría que negociar para sacar adelante sus proyectos.
En Estados Unidos ha habido solamente dos procesos de impeachment a un presidente en ejercicio y ninguno de ellos prosperó, se trata del de Andrew Johnson en 1868 y el de Bill Clinton en 1998.
En 1974 el Congreso recibió la carta de renuncia del republicano Richard Nixon cuando se alistaba para tratar de destituirlo, por el encubrimiento que se hizo del robo de documentos al partido demócrata durante su campaña de reelección y la posesión de grabaciones de conversaciones que lo incriminaron y que el negó conocer ante la Corte Suprema de Juticia en el famoso caso de Watergate.