Expansión
El crecimiento económico de China se ha desplomado a su nivel más bajo en casi tres décadas, pero la guerra comercial con Estados Unidos no es la única culpable.
El crecimiento del producto interno bruto (PIB) se redujo a 6.2% en el segundo trimestre, la cifra más débil desde que el gobierno comenzó a publicar cifras trimestrales en 1992, informó recientemente la autoridad nacional de estadísticas.
Poco después de la publicación de las cifras, el presidente estadounidense, Donald Trump, tuiteó esto: “Los aranceles de Estados Unidos están teniendo un efecto importante sobre las compañías que quieren salir de China hacia países sin aranceles. Miles de empresas se están yendo. Es por eso que China quiere llegar a un acuerdo con Estados Unidos, y que desea no haber roto el pacto original en primer lugar”.
A pesar de una tregua acordada entre Trump y el presidente chino, Xi Jinping, el mes pasado, los aranceles estadounidenses sobre productos chinos por un valor de 250,000 millones de dólares (mdd) siguen vigentes y ya han afectado a los sectores manufacturero y agrícola de China. Algunas compañías estadounidenses también están cambiando a proveedores en otros países asiáticos como Vietnam, Taiwán, Corea del Sur y Bangladesh.
Pero los analistas sostienen que la guerra comercial, que ha durado un año, no es el mayor obstáculo para la segunda economía más grande del mundo. La desaceleración tiene también mucho que ver con una montaña de deuda y consumidores cautelosos.
Deuda e impagos
China ha estado batallando durante años para controlar los altos niveles de deuda, surgida de un paquete de estímulo masivo lanzado durante la crisis financiera de 2008.
Aunque el estímulo impulsó el crecimiento económico, resultó en una montaña de 40 billones de dólares de deuda gubernamental, corporativa y de hogares por valor de más del 300% del PIB de China en marzo de 2019, de acuerdo con un informe del Institute of International Finance (IIF), con sede en Washington, esta semana.
La deuda general de China ahora representa alrededor del 15% del total global, agregó el IIF.
El gobierno chino ha reaccionado ajustando las regulaciones en el sistema financiero, reduciendo los préstamos bancarios y restringiendo los préstamos no regulados, también conocidos como banca en las sombras.
Pero estos esfuerzos para reducir la dependencia de China al crecimiento impulsado por la deuda también han dificultado que las compañías obtengan financiamiento, especialmente las empresas del sector privado que generalmente encuentran más difícil recaudar fondos de los bancos que las empresas estatales más grandes, pero menos eficientes.